Para comenzar a hablar de los traumas, primero hemos de tener una comprensión práctica de los mismos. Y para fines de un fácil entendimiento, podríamos decir que así como un trauma físico es en primera instancia - de muchas maneras una herida física- ; asimismo podemos generalizar que todo tipo de trauma es ante todo una herida. Pero hay toda una gama de heridas traumáticas: físicas, emocionales, familiares, sociales, y hasta espirituales. Podría decirse mucho acerca de cada una de estas, y quizás lo hagamos más adelante, pero por ahora nuestro interés está centrado en explicar el concepto de trauma.
Ahora... ¿Qué pasa cuando usted experimenta un trauma? Sucede que se transtorna toda la fisiología del cuerpo, formándose una especie de energía estancada que evita la normal circulación no sólo de los líquidos corporales como la sangre, sino también la energía misma en todo el sistema. También el trauma cambia los caminos neuronales o patrones con que el cerebro está acostumbrado normalmente a funcionar; y se producen asociaciones nuevas producidas por el trauma mismo, que hacen que la conducta y las emociones de la persona sean totalmente inoperantes; es decir no le son útiles para confrontar la vida. Desde el punto de vista de la mente en sí, esta ha perdido parte de su capacidad analítica o razonadora, ya que el trauma le robó parte de esa capacidad y esta quedó atrapada con el dolor físico o emocional, en el trauma mismo. Por eso vemos en las personas que han sido objeto de traumas, conductas irracionales como miedos excesivos, una conciencia amortiguada, dolores físicos que nada tienen que ver con anomalías en los órganos del cuerpo, sino mas bien, con fuertes impresiones emocionales que se han somatizado de tal forma, que pueden parecer daños físicos localizados corporalmente en sitios específicos. Por ejemplo, una persona puede sufrir de dolor de cabeza, pero no obedece el dolor a un daño en la cabeza sino a un dolor emocional por la muerte de un padre muy querido o por un aborto, que podría estar produciendo un sentimiento de culpa que probablemente se venga arrastrando desde mucho tiempo atrás.